lunes, 9 de noviembre de 2009

Retratos de familias.


Los Duques de Osuna y sus hijos

Goya muestra aquí un agradable grupo familiar, fechable en 1788, en el que estudia los caracteres personales de los padres y no desdeña a los niños en absoluto, cuyas expresiones infantiles capta con el acierto y gracia adecuados a su edad, revelándose con esta obra como uno de los mejores intérpretes del género, tal y como se ve a lo largo de toda su ejecutoria. La composición piramidal integra a las figuras en un agrupamiento coherente y centra la atención sobre ellas, al prescindir de los objetos propios de una estancia, y recortar a los personajes sobre un fondo neutro. Los ojos se destacan fuertemente sobre rostros de rasgos ligeramente abocetados. Goya, que fue protegido por las familias Osuna y Alba, trata aquí a sus protectores con simpatía y familiaridad, sin excluir la penetración que se advierte en el rostro de la duquesa, culta y atractiva, inteligente y refinada, aunque no hermosa. La gama del color que se despliega en todo el lienzo es de sutil delicadeza, resaltando la paleta fría con dominante de grises plateados.

Cuando en 1788 le encargaron este retrato familiar, el pintor hacía tres años que mantenía un estrecho contacto con los Osuna, para los que ya había trabajado llevando a cabo diversas obras. La relación de los Osuna con el artista se prolongó hasta el siglo XIX. Sin embargo, aquí ha prescindido de cualquier representación del espacio, que ha sustituido por un fondo neutro en el que la luz va creando las distintas tonalidades. Los personajes, excepto el duque, se enmarcan en una línea de sombra, y detrás de ellos cae la luz formando una diagonal y dejando un espacio más iluminado donde se recorta la figura del duque.


La familia de Carlos IV

El cuadro La Familia de Carlos IV es un óleo sobre lienzo del año 1800 pintado por Francisco de Goya y Lucientes. Los personajes que se identifican en el cuadro son de acuerdo con la numeración Don Francisco de Goya, Don Carlos María Isidro, el futuro Fernando VII, Doña María Josefa hermana de Carlos IV, la supuesta esposa del Príncipe de Asturias, Doña María Isabel, SM Doña María Luisa, Don Francisco de Paula, SM Don Carlos de Borbón, Don Antonio Pascual, Doña Carlota Joaquina, para otros una infanta sin identificar, Don Luis de Parma, Doña María Luisa Josefina, esposa de Don Luis de Parma, con su hijo Luis.

El formato del cuadro con una disposición apaisada recuerda a una influencia neoclásica pero en el lienzo no hay referencia al dibujo, ni formas escultóricas, ni superficies laminadas…características típicas de esta estética. Si analizamos el tema, la Familia Real, nos viene a la cabeza de nuevo Las Meninas pero hay diferencias. Goya siempre ha considerado a Velázquez junto con Rembrandt y la Naturaleza los tres maestros ante los que se rinde. ¿Qué diferencias hay?. En nuestro cuadro está la familia al completo, en el otro los personajes importantes son los reyes y el resto es anecdótico, la llegada de la infanta con sus meninas y demás acompañantes. Además en el cuadro de Velázquez el movimiento a pesar de la quietud que pueda imprimir está perfectamente conseguido, es un antecedente de una película. En nuestro caso puede considerarse como una instantánea fotográfica. Aquí la quietud es evidente, hay que fijarse en cada uno de los personajes, son un retrato, ¿un retrato corporativo?.. Desde un punto de vista del significado evidentemente no, pero desde la asunción del realismo como punto de partida si, uno retrata la burguesía, la guardia, los estudiantes holandeses y Goya la familia para la que pinta. Establecida esta disyuntiva cabe reflexionar sobre otra cuestión. ¿Goya con este cuadro llega a la caricatura o adula a los retratados?. Hasta ahora era normal pensar en la caricaturización de los personajes pero ciertamente el artista fue lo suficiente hábil para no cometer un grave error pero tampoco ha llegado a la adulación. Si contemplamos cada uno de ellos podemos ver como el maestro capta en esencia a cada uno de ellos. Goya cuando retrata a la infanta María Josefa la pinta bastante fea porque sentía poco afecto por ella y por eso no duda en hacerlo con cierto aire brujesco y fea; era una persona gris que vivió a la sombra del rey. A la reina intentó mejorarla, que en opinión de los contemporáneos estaba muy deteriorada, y parece que ella quedó muy satisfecha. El infante Don Francisco de Paula lo refleja de tal modo que su hermosura se atribuye a que era hijo de Godoy.


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