lunes, 9 de noviembre de 2009

Retratos cotidianos

El quitasol


El quitasol se explica porque la sombrilla era un objeto de moda en la pintura de género del siglo XVIII.

En el análisis estima que aunque el paisaje y la disposición de las figuras participan de esa corriente, existe un carácter realista del que carecen la mayoría de los cartones del momento y, desde luego, bastantes obras de la época. Sensación de realidad se logra con la mirada que dirige la mujer al espectador, haciéndole creer que es la causa de su sonrisa; aparte de esta falta de precisión del espacio, la proximidad de las figuras y la forzada perspectiva y posición del quitasol.

Las diferencias entre el cartón y el tapiz de El quitasol son notables, probablemente al ejecutar los tejedores el trabajo con ciertos cambios; en consecuencia, la espontaneidad y naturalidad del cartón han sido sustituidas por un amable pintoresquismo decorativo. El empleo de la luz y la utilización del cromatismo también son distintos, así como el modo y manera en que la indumentaria se fija para marcar las diferencias sociales: el personaje masculino viste de majo, dentro del esquema tradicional de la época y la muchacha se atavía a la francesa, en términos de nivel aristocrático. También conviene recordar que hay una interpretación alegórica que rebasa el simple tema galante para entrar en el amplio mundo de la coquetería y la vanidad femeninas en contraposición al joven que acompaña, tratado en calidad de comparsa y no en concepto de pareja.




El bebedor



El Bebedor hacía pareja con el quitasoly ambos estaban destinados a decorar, una vez pasados a tapiz, dos sobrepuertas del comedor de los Príncipes de Asturias del Palacio de El Pardo. Fueron entregados por Goya junto a al Maja y los embozados y la Riña en la Venta Nueva el 12 de agosto de 1777.Quizá sea este el cartón más populachero de los pintados por el maestro, al representar un majo bebiendo de la bota "a la catalana", según el propio pintor. Junto a él, hay un muchacho que aprovecha que su compañero empina el codo para comerse un rábano, pudiendo ser una alusión al tradicional Lazarillo, tan famoso en la literatura española. Goya se interesa por la luz, al colocar las figuras en la sombra que produce un árbol, pero sin abarcar ésta todo el espacio pictórico, creando interesantes juegos de luz y sombra. El naturalismo y la expresividad de las figuras son características comunes a todos los cartones, como bien se aprecia aquí. La perspectiva de abajo arriba.











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