lunes, 9 de noviembre de 2009

La escena política


Don Gaspar Melchor de Jovellanos


Pintado hacia 1798 y firmado en la carta que el personaje lleva en la mano, culmina el retrato intelectual goyesco, simbólico y amistoso, digno y elegante, refinado y sincero. La espléndida efigie del escritor, político y jurista, cuyas ideas tanto influyeron en Goya, resuelta merced a una sutilísima gama cromática, revela una profunda preocupación y describe la hondura psicológica con que el genial artista sabía presentar a sus modelos. "Este retrato del pensador más completo y profundo de la Ilustración española fue realizado por Goya en 1798, al poco tiempo de ser nombrado Jovellanos ministro de Gracia y Justicia.

Nordström relacionó la composición de esta obra con el Capricho 13, y sus dibujos preparatorios. En ambas obras tanto Goya como Jovellanos se apoyan en una mesa sobre la que hay plumas y papel. En la estampa, la lechuza, símbolo de Minerva, ofrece la pluma al artista; en la pintura, la estatuilla de la misma diosa parece mirarlo y extenderle la mano. La postura abandonada del político, como la de Goya, según Nordström, es símbolo de una profunda melancolía. Incluir a Minerva, diosa de la sabiduría y protectora de las artes, en el retrato de Jovellanos, así como mostrar su carácter melancólico, concuerda con la imagen del político. La identificación del escudo en el que se apoya Minerva con el del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, cuyo promotor y fundador fue el propio Jovellanos. En lo concerniente al talante del retratado, cuyo análisis ha suscitado controversias, se basa en algo que a veces es propio del alma asturiana, poco dada a exteriorizar sus vivencias interiores.


La junta de Filipinas

El lienzo de mayor tamaño que Goya pintó está dedicado a recoger una de las sesiones de la Junta de la Compañía Real de Filipinas presidida por Fernando VII, la figura central de la composición donde confluyen todas las miradas. A su lado se encuentran Miguel de Lardizabal -ministro de Indias- y José Luis Munárriz, presidente de la Compañía. La escena tiene cierta complicación ya que el gran espacio vacío del centro es tremendamente antipictórico. A ambos lados del lienzo encontramos diversas sillas ocupadas por los miembros de la institución mientras que al fondo se sitúa la mesa de presidencia con el "Deseado" en su calidad de miembro más distinguido. La luz penetra por el amplio ventanal de la derecha, inundando buena parte de la sala para crear un atractivo juego lumínico y atmosférico que recuerda a las obras de Velázquez. Todos los personajes están individualizados, creando un espectacular catálogo expresivo de la nobleza y la aristocracia española. Los tonos rojizos dominan el conjunto, aplicados con una factura suelta, demostrando Goya su calidad como el mejor retratista de su tiempo, aunque pronto será sustituido por Vicente López. La Compañía Real de Filipinas se había constituido en 1733 con el objetivo de establecer una línea de navegación de Cádiz a Manila. Debido a su escasa actividad, en 1785 Cabarrús aumentó el capital, involucrando al propio Carlos III. Obtenía el privilegio de comerciar con África, las Indias y Filipinas durante 20 años, enviando productos nacionales y extranjeros e importando numerosos artículos no sólo a España sino a Europa y América. La mala administración en el reinado de Fernando VII provocó su crisis, disolviéndose en 1834.


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