martes, 10 de noviembre de 2009

Goya en la actualidad


Goya es junto con Velázquez, Picasso y Dalí uno de los genios de la pintura española en toda su historia y un genio reconocido internacionalmente. Por sus técnicas utilizadas, por dar comienzo a movimientos artísticos, por su gran calidad a la hora de pintar y pos su inmensa obra, todo ello hace que la relevancia de Francisco de Goya llegue hasta la actualidad. Vamos a citar algunos ejemplos que apoyan esa relevancia de la actualidad.

  • Películas y series.

1958 La maja desnuda, del director Henry Koster.

1958 La tirana, del directo Juan de Orduña.

1969 Goya, miniserie alemana.

1971 Goya, historia de una soledad de Nino Quevedo.

1971 Goya co-producción ruso-alemana (URSS - RDA) dirigida por Konrad Wolf.

1983 Se realizan para televisión una telefilm y una miniserie, Los desastres de la guerra.

1985 Una miniserie de TVE basada en la vida del autor desde su infancia hasta su muerte, dirigida por José Ramón Larranz.

1999 Una producción canadiense, Goya despertando de un sueño.

1999 Goya en Burdeos, del director Carlos Saura

1999 Volavérunt, del director Bigas Luna.

2006 Los fantasmas de Goya del director Milos Forman.


  • Cine.
Los premios otorgados por la Academia al Cine español, tienen como estatuilla y símbolo del premio otorgado la cabeza de Francisco de Goya, conocidos como "Los Goya". Esto se debe a que Goya es uno de los grandes pintores de nuestro país sino el que más y tiene obras conocidad internacionalmente, además son premios que se otorgan al cine (imágenes) aquí se establece un símil con las imágenes, pinturas de Goya.

  • Exposiciones de récord.
El 14 de julio del 2008 cerca de 438.000 visitantes, lo que supone una media semanal de unos 32.500 visitantes se acercaron a ver la exposición de "Goya en tiempos de guerra" en el Museo del Prado, convirtiéndose en la exposición más vista de la pinacoteca, tan sólo superada por la de Velázquez.

La exposición que acogió el Museo de Zaragoza, 'Goya y el mundo moderno', recibió desde su apertura el pasado 18 de diciembre del 2008 hasta el 10 de enero del 2009 más de 5.000 visitantes.

La exposición de Goya, "Profeta de la modernidad", que exhibió en 2005 en la Antigua Galería Nacional de Berlín la visitaron cerca de 200.000 personas.

"Goya en Italia" en Zaragoza reunió a más de 34.000 visitas.

Exposiciones también en Budapest, Mérida (México) donde más de 25.000 personas visitaron la exposición. 25.000 personas visitan anualmente Fuendetodos lugar donde nació Goya.

  • Subastas de récord.
El 8 de julio del 2008 tres dibujos de Francisco de Goya, fueron vendidos en una subasta de la casa de subastas Christie's de Londres por cuatro millones de libras (7.9 millones de dólares), el doble del precio previsto.

El 9 de julio del 2009 la pintura de Goya Don Manuel Godoy, Duque de la Alcudia, considerada una de las cumbres del pintor aragonés de cuantas se han subastado, fue vendida en Sotheby's de Londres por 3 millones de euros.

Un dibujo se vendió en 352.000 dólares en una subasta en Nueva York, superando con creces el precio estimado por la casa de remates Sotheby's.


Por útlimo, 712 calles de municipios españoles tienen de nombre Francisco de Goya.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Biografía


Francisco de Goya y Lucientes, nació en la localidad zaragozana de Fuendetodos el 30 de marzo del año 1746, en el seno de una familia de clase media baja. Su padre, José Goya, era un modesto dorador, y su madre, Engracia Lucientes, pertenecía a una familia hidalga venida a menos.
Muy pronto, la familia se trasladará a Zaragoza, donde Goya recibió sus primeras lecciones. En 1758 entró en el taller José Luzán donde conoció a los hermanos Bayeu, que influirían notablemente en su carrera.


Carrera Profesional

En 1763, se traslada a Madrid instalándose en el taller de Francisco Bayeu, donde permaneció durante cinco años. Bayeu le proporcionó trabajo en la Real Fábrica de Tapices, para la que realizó sesenta y tres cartones, en su mayor parte con escenas idílicas y de la vida diaria, plasmadas con colores claros y vivos e impregnadas de alegría y romanticismo. Más tarde decide trasladarse a Italia, donde obtiene el segundo premio, en un concurso celebrado en Parma y al que se había presentado en 1771. Durante ese año y el siguiente, pinta los frescos de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar y los de las iglesias de las localidades de Remolinos y Muel.
Contrae matrimonio el 25 de julio de 1773 con María Josefa, hermana de su maestro Francisco Bayeu. Simultáneamente, Goya empezó a pintar retratos y obras religiosas que le dieron un gran prestigio, hasta el punto de que en 1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de corte por Carlos IV.

Diez años más tarde, en 1799, pintó para el soberano el famoso retrato La familia de Carlos IV, que se considera una de sus obras maestras. Es un retrato oficial, formal en apariencia, pero en el que el autor se permite cierta ironía al plasmar a los personajes con un realismo crítico.

Goya trabajó como retratista no sólo para la familia real, sino también para la aristocracia madrileña, y de hecho entre estos retratos se encuentran algunas de sus obras más valoradas, como La condesa de Chinchón o las famosas La maja vestida y La maja desnuda. En los retratos de Goya destaca, en líneas generales, su atento estudio de las posturas y las expresiones, así como los contrastes de luces y sombras que realzan la figura del protagonista.

Hacia 1799, el pintor concluyó una de sus grandes series de grabados, Los caprichos, ochenta y dos aguafuertes que constituyen una crítica feroz de la sociedad civil y religiosa de la época. En esta serie aparecen ya algunos personajes extraños y macabros que acabarán protagonizando obras posteriores del maestro. Por esos mismos años, Goya se ocupó de la decoración al fresco de la ermita de San Antonio de la Florida, donde realizó una obra de gran impacto escenográfico.


Trabajo durante la Guerra de la Independencia

En 1808, la invasión de España por las tropas napoleónicas colocó al artista en una situación delicada, ya que mantuvo su puesto de pintor de corte con José Bonaparte. Pese a todo, no se privó de plasmar los horrores de la guerra en obras como El 2 de mayo y Los fusilamientos del 3 de mayo, que reflejan los dramáticos acontecimientos de aquellas fechas en Madrid. Además, en los sesenta y seis grabados de Los desastres de la guerra (1810-1814), dio testimonio de las atrocidades cometidas por los dos bandos y acentuó visualmente la crueldad de la guerra como protesta contra ella lanzada a la posteridad desde la impotencia.

Por haber trabajado para José Bonaparte, el artista cayó en desgracia tras la restauración de Fernando VII, y en 1815 se retiró de la vida pública. En 1819 experimentó una recaída en la misteriosa enfermedad que en 1792 lo había dejado completamente sordo. Ello, unido a su nueva vida en soledad en la Quinta del Sordo, casa solariega que había comprado poco antes, debió de contribuir a la exacerbación imaginativa de que el artista dio muestras en la decoración de su nueva vivienda: catorce murales de gran tamaño con predominio de los tonos marrones, grises y negros, sobre temas macabros y terroríficos.


Últimos años

El pintor se trasladó en 1824 a Burdeos, donde residió hasta su muerte sin dejar de cultivar la pintura y el grabado. La lechera de Burdeos y algunos retratos ilustran la evolución del genio hacia una concepción de los valores plásticos que anuncia el impresionismo. Su obra, fecunda y versátil, de gran libertad técnica y brillantez de ejecución, no ha dejado de acrecentar la importancia de su figura hasta nuestros días. En 1919 sus restos mortales, exceptuada su cabeza desaparecida, fueron trasladados a la ermita de San Antonio de la Florida (Madrid).

Contexto histórico


La vida de Francisco de Goya se sitúa entre dos siglos: la etapa teóricamente optimista de la Ilustración (S.XVIII), que concluye con el reinado de Carlos IV, y el periodo de invasiones y profundas convulsiones que sacudieron la España del S. XIX.

Durante su primera época reinaba Carlos III. Goya se dedicó mayoritariamente a pintar escenas cotidianas de la vida del pueblo en las que se reflejaba su optimismo y retratos de ministros importantes como el Conde de Aranda, Gaspar M. De Jovellanos o el Conde de Floridablanca, entre otros.

En 1788 subió al trono Carlos IV. Así, Carlos IV cerró las fronteras de España para que no se contagiasen las ideas francesas. Pero, desgraciadamente, Godoy firmó el tratado de Fontainebleau, que permitió la invasión francesa de la península. Así, el descontento popular supuso que se llevase a cabo una resistencia nacionalista que finalizó con la subida al trono de Fernando VII tras el motín de Aranjuez. Este, a su vez, abdicó en favor de Jose I, hermano de Napoleón. Durante esta época Goya trabajó en la Corte de Carlos IV, donde pintó numerosos retratos de la familia real.

A partir de 1792, Goya tras padecer su grave enfermedad empieza a reflejar en sus obras los aspectos más sórdidos y crueles de la sociedad. Esta nueva visión del mundo, ácida y crítica se manifiesta en su serie “Los caprichos”.

En 1808 estalló la llamada Guerra de la Independencia en España, lo que dio lugar a la pintura dramática de Goya, que dejó de ser descriptiva.

Tras la invasión francesa regresó al trono Fernando VII, pero el rey, que anteriormente había sido un monarca ilustrado se convierte ahora en un rey absolutista, a consecuencia de la Restauración del Antiguo Régimen en Europa. Los temas que interpreta ahora Goya en sus obras son, en su mayoría, históricos y en sus obras plasma una de las visiones más pesimistas que ha ofrecido nunca la pintura sobre la realidad humana.

Para quién trabajó, cronología


1763-1766.
Participa en el concurso de pintura convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). No obtiene ningún premio.
1771. Regresa a Zaragoza, en donde recibe el encargo de pintar el coro de la Basílica del Pilar.
1774. Se traslada a Madrid, llamado por su cuñado Francisco Bayeu y por Mengs. Trabaja como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
1780. Es nombrado Académico de Mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
1784. Retrata a la familia del infante don Luis de Borbón. Comienza a triunfar como retratista.
1786. Nombrado pintor del rey Carlos III. Reanuda su trabajo para la Real Fábrica de Tapices.
1789. Nombrado pintor de cámara por el nuevo rey, Carlos IV. Retratos oficiales del rey y de la reina María Luisa.
1796. Largas estancias en Andalucía junto a la duquesa de Alba. Realiza muchos dibujos.
1808. Guerra de Independencia (1808-1814) En octubre, Goya va a Zaragoza, llamado por el general José de Palafox, para que pinte las ruinas y episodios de la heroica defensa de la ciudad frente a los franceses. Comienza a preparar Caprichos los |Desastres de la guerra (1808-1820).
1811. José I concede a Goya la Orden Real de España.
En su etapa en Burdeos (1824 - 1828) reliazó: grabados, estampas y pinturas al óleo. No trabajó para nadie en especial

Etapas de su pintura


Goya tuvo como maestros verdaderos a Velázquez (en la penetración psicológica de sus retratos y en el colorido de los cielos madrileños), a Rembrandt (en la espiritualidad y la técnica) y a su propia imaginación. A lo largo de su extensa carrera, el pintor va a tocar todo tipo de temas utilizando técnicas diferentes, aunque es un artista que no tiene una clara evolución técnica, como Velázquez, por ejemplo, sino que el avance en una obra puede desaparecer en la siguiente. Pero sí hay una clara evolución en el uso del color. Atendiendo a éste y a otra serie de parámetros que se exponen a continuación, dentro de la obra de Goya podemos distinguir dos etapas y un epílogo.


  • La primera de ellas abarca desde 1771 hasta 1807, es la época de juventud y madurez, la de los triunfos profesionales, en la que predomina la visión optimista de la vida. Se inicia aquí como pintor de la Academia y Real, pintando a los miembros de la Corte y a los miembros más selectos de la nobleza española (retratos de “Carlos III”, del “Conde de Floridablanca”, de los “Duques de Osuna”, etc.), convirtiéndose en el retratista de moda de la sociedad madrileña. También pinta los cartones para la Real Fábrica de Tapices, tocando temas alegres, reflejo de la sociedad alegre y despreocupada de finales del siglo XVIII, captada a través de una paleta de colores amplia, viva. Es el momento del perfecto acabado de las superficies, del dibujo de trazo continuo. En el año 1792 enfermó gravemente y aunque superó la enfermedad, ésta le dejó como secuela una grave sordera que provocó que poco a poco se fuese aislando, metiendo en su mundo interno, dejando salir un nuevo Goya, escéptico, sarcástico, atormentado, cuyo carácter se va a ir agriando paulatinamente. Comienza a realizar la serie de grabados de “Los Caprichos” y sus retratos alcanzan la madurez (“Condesa de Chinchón”, “Duquesa de Alba”, “Familia de Carlos IV”, etc.) y comienza a experimentar con la gama de los grises.

  • La segunda etapa abarca los años 1808-24 aproximadamente. Son los años marcados por la sordera y la guerra, que provocan la desaparición del pintor jovial y vitalista y la “llegada” del nuevo Goya con su fantasía alucinante, es, en suma, la época del sufrimiento. La llegada al trono de España de José I y la Guerra de la Independencia, provocan la ruptura de su ya inestable equilibrio personal. Goya era un liberal, un admirador de la Revolución Francesa y sus conquistas sociales, que ahora observa como su admirada Francia, se impone a sus compatriotas por la brutalidad de las armas. Es el momento en que recorre los escenarios de las batallas y realiza los dibujos que le van a servir para realizar la serie de grabados “Los Desastres de la guerra”. También toma los apuntes sobre los dos cuadros que seis años más tarde realiza con el tema de la guerra, “La carga de los mamelucos” y “Los Fusilamientos de la Moncloa”, obras de gran carga política en las que vemos como la paleta se oscurece y la pincelada se hace densa, rápida, expresionista. A la vuelta de Fernando VII en 1814 se produce la restauración del Antiguo Régimen y el pintor, olvidado por la sociedad y el monarca, alquila una casa, la “Quinta del sordo”, lugar en el que en sus paredes realiza las “Pinturas Negras”, de temática dramática y sombría, fruto de su pesimismo, con una paleta oscura, en la que predomina el negro y con una pincelada densa, casi matérica, llegando a usar la espátula para aplicar la pasta, en la que el dibujo se ha roto, ya que es una pintura de manchas.

  • El epílogo llega en el año 1824, cuando desengañado, tras la nueva imposición del Antiguo Régimen, abandona España y se exilia voluntariamente en Burdeos donde fallece. En estos últimos momentos su paleta se aclara de nuevo con colores vivos y una temática vanal, alegre que podemos observar en su cuadro “La lechera de Burdeos”.

Influencias


Goya, durante su juventud, asimiló influjos del ambiente pictórico dominante en Zaragoza y en Madrid, orientado por la pintura tardobarroca y rococó. En él influyeron pintores como Luzán, Giaquinto o Francisco Bayeu. Durante su viaje a Italia entró en contacto con el clasicismo y el neoclasicismo inicial, que sólo asimilaría temporalmente y de manera superficia


El primero de los influjos que Goya recibió fue el de su maestro José Luzán, que le orientó con gran libertad dentro de una estética rococó de raíz napolitano-romana, en la que él se había formado en Nápoles. Esa sensibilidad rococó se vería reforzada por el influjo de Corrado Giaquinto a través de Antonio González Velázquez (cúpula sobre la Santa Capilla del Pilar) y, sobre todo, de Francisco Bayeu, su segundo maestro, que se convertiría en su cuñado.

La estancia en Italia le permitió a Goya conocer directamente los restos de la Antigüedad Cásica y la pintura del barroco clasicista y del emergente neoclasicismo. Este influjo y el de Mengs se dejaron sentir en algunas obras de los años posteriores, pero el neoclasicismo no fue seguido por Goya del modo incondicional con que lo hicieron la mayoría de los artistas coetáneos del ámbito cortesano y académico. También asimiló Goya influjos de la pintura de Tiépolo en algunas de sus decoraciones murales. Como fuentes literarias a Jovellanos, Addison, Voltaire, Cadalso, Zamora, Tixera, Gomarusa, Forner, Ramírez de Góngora, Palissot de Montenoy y Francisco de los Arcos.

Había relaciones entre algunos cartones para tapices (La merienda y Baile a orillas del Manzanares ) y las acotaciones del sainete de Ramón de la Cruz, La pradera de San Isidro . De la misma forma, se ha hecho notar que algunos grabados de la Tauromaquia podrían haber sido influidos por la obra de Nicolás Fernández de Moratín, Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España (1777); por la Carta apologética de José de Gomarusa o por algunos textos de tema taurino de José de la Tixera.

Otra posible fuente de algunas obras de Goya sería la literatura emblemética. Martín S. Soria demostró en un interesante trabajo que Goya se basó en la Nova Iconología de Cesare Ripa para sus cuadros alegóricos La poesía y España y Tiempo e Historia .

Repercusión


Además de la figura del ilustre aragonés, en su repercusión se encuentran obras de artistas del siglo XIX como Delacroix, Géricault, Édouard Manet, Munich o Vicent Van Gogh. La exposición cuenta también con obras de autores del siglo XX cuyos trabajos recogen la influencia de Goya, entre ellos Karen Appel, Salvador Dalí, Alberto Giacometti, Ludwing Kirchner, Joan Miró, Pablo Picasso o Antonio Saura.


Goya careció prácticamente de discípulos, sin embargo, su influencia se ha dejado sentir en toda la pintura posterior no sólo española sino también internacional. Movimientos y pintores del siglo XIX y XX le tienen como pintor de referencia:

  • El Romanticismo. Admira su atrevimiento temático.
  • El impresionismo. Recoge sus aportaciones técnica sobre la pincelada.
  • El expresionismo. Pocos pintores han trasmitido tanto de su interior a través del color o la deformidad de sus personajes como Goya.
  • El fauvismo. Le interesa cómo en su etapa final libera el color de su dependencia de la realidad.
  • El surrealismo. El mundo de los caprichos o de los disparates es una inmersión en el mundo de las pesadillas.

La influencia posterior de la obra de Goya en la literatura español ha sido también estudiada por la crítica. Por ejemplo, existen interesantes estudios sobre la influencia de la obra de Goya en los artículos del literato español del XIX Mariano José de Larra; o en la obra narrativa de Benito Pérez Galdós.

Muestra de la influencia de Goya en los autores españoles más importantes del siglo XX es el texto de Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936). El influjo más o menos directo de la estética goyesca es visible en la literatura española contemporánea tanto en algunas aportaciones de las corrientes vanguardistas, como en la corriente de literatura social y realista.


Obra


Como pintor produjo alrededor de setecientas pinturas, doscientos ochenta aguafuertes y unos mil dibujos.


Goya representó seis estilos diferentes en sus obras: costumbristas, retratos, pinturas religiosas, temas patrióticos, pinturas negras, grabados y dibujos .
  • Costumbristas.
Destacan sobre todo los cartones para tapices, se ve reflejada la vida de Madrid en ferias, romerías, y juegos. .. . En las composiciones luce la gracia del rococó , aunque tome sus elementos de luz y paisajes de los maestros barrocos españoles. En esta serie destaca "La pradera de San Isidro" pequeño cuadro en el que introdujo centenares de figuras y docenas de grupos.

  • Retratos.
Es el género en el que Goya tuvo una actividad más constante como consecuencia de la exigencia de su clientela. No se limitó a pintar los rasgos físicos, sino que mostraba la simpatía o antipatía que le inspiraba el personaje. Son numerosos los retratos de la familia real de Carlos IV. Entre los retratos masculinos destacan el de "Jovellanos" y el del "Conde de Fernan Nuñez", y entre los retratos femeninos, por los que mostró una especial predilección están " La maja desnuda" y "La maja vestida", también encontramos entre este tipo de retratos a la "Condesa de Chinchón". Los retratos de niños como los que aparecen en "la familia Osorio", muestran el carácter de Goya.

  • La pintura religiosa.
Goya no destacó como pintor religioso, incluso los frescos de "San Antonio de la Florida" se concibe como populares. no obstante pintó temas como el dramático "Prendimiento de la Catedral de Toledo" y "La última comunión de San José de Calasanz".

  • Pintura de tema patriótico.
Destacan entre este tipo de cuadros, y que representan el inicio de la Guerra de la Independencia, las dos gigantescas composiciones del Museo del Prado. En ellas se representan auténticas epopeyas de movimiento y dolor: "La carga de los mamelucos" en la Puerta del Sol, "el 2 de mayo" y " Los fusilamientos del tres de mayo".


  • Pinturas negras.
El negro fue descubierto por Goya en sus últimos temas costumbristas. El oscurecimiento de tonos le servia para crear una atmósfera en los cuadros de crítica social, siendo representativo de esta serie "El coloso".


  • Grabados y dibujos:
Como grabador Goya se inspiró en Durero y Rembrant. Todas las posibilidades de expresión en los rostros o de la luz en las atmósferas se consiguen con las manchas negras y los rayados. En "Los caprichos" nos encontramos un mundo similar al representado en las pinturas negras, aunque también se representa el sufrimiento por los excesos provocados por una contienda en "Los desastres de la guerra", o la fuerza y el movimiento de la serie de estampas de la tauromaquia.


A pesar de esta clasificación que es la más generalizada nosotros hemos dividido la obra de Goya por temática: autorretratos, retratos de reyes, de la reina Mª Luisa, de la nobleza, de la duquesa de Alba, de mujeres, retratos cotidianos, familiares, de generales, de escenas políticas. También Majas, escenas cotidianas, actividades económicas, fiestas, profesiones, actividades de niños, escenas violentas, escenas históricas, vírgenes y cristos, santos, escenas de la vida religiosa, juegos, mitología, paisajes, animales. Además de la serie de Caprichos, Desastres de la guerra, Tauromaquia y Disparates.

Técnicas usadas por Goya


  • Retratos

El retrato ocupa la mayor parte. La satisfacción del cliente traía nuevos encargos o compras de otras obras, eran rápidos pero bien trabajados retratos. Su pincelada la "estrategia de la ilusión" fue aprendida de Velázquez.


  • Grabados

Muchos resumen los grandes pintores del grabado moderno en los nombres de Durero, Rembrandt y Goya, que fue un excepcional artista sobre metal y piedra. Su obra principal son cuatro series que parecen responder a momentos de crisis personal.

  • Dibujos
Los dibujos son un paso previo para la realización de un proyecto. Se trata de apuntes o bocetos preparatorios de la obra definitiva. Un cuaderno de artista -el Cuaderno italiano- se ve claramente su forma de trabajar . A lo largo de su vida ordenó y numeró sus dibujos por grupos.

  • Aguafuerte
El aguafuerte es el grabado calcográfico más utilizado por los grabadores por su facilidad de realiza y por la libertad que ofrece al artista. Las dos superficies de la plancha, una vez limpias y desengrasadas, se recubren con una capa de barniz. La composición del barniz puede variar, pero los ingredientes básicos son cera, betún y resina. Para su correcta aplicación es necesario calentar la plancha.
El aguafuerte solo permite obtener lineas y para conseguir distintas tonalidades es necesario hacerlo con otros métodos el más importante de los cuáles es el aguatinta.

  • Buril y punta seca
Para retocar y profundizar los trazos creados por el aguafuerte hay dos técnicas clásicas: el buril y la punta seca.
El buril es un instrumento foramdo por un grueso mango de madera en forma de seta y una barra de acero de sección cuadrada o romboidal cortada a bisel. El buril incide sobre la plancha de cobre manteniéndolo casi paralelo.

  • Ruleta
Otro instrumento de grabado en hueco es la ruleta. Está compuesto de un mango que termina en un pequeño cilindro de acero de tamaño variable en cuya superficie sobresalen puntos, rayas o un granulado más o menos regular. Al pasarse por la superficie de la plancha produce agujeros pequeños que hacen en forma de pequeños puntos dispuestos regularmente.

  • Estampación
La estampación se realiza en varias fases.ueden biselarse sus bordes para que no corten el papel, se entinta la plancha con una muñequilla. Después se limpia la superficie sólo con la mano o con mazorcas de tarlatana de manera que la tinta permanece en las zonas rehundidas mientras que el resto de la plancha queda limpio.

  • Litografía
La litografía es la repulsión recíproca del agua y la materia grasa. Las matrices litográficas son habitualmente de piedra caliza porosa. Primero se prepara la superficie puliendo y desengrasando la piedra. Este pulido se realiza con arena que se frota con otra piedra.

Autorretratos



Autorretrato de Goya

Es el primer autorretrato conocido del autor en el que se muestra de un modo directo e implacable sin ningún asomo de idealización. Se representa como un joven artista de largos cabellos, inconformista, a la expectativa, con el espíritu despierto y la mirada plena de decisión, ligeramente retadora. Los ojos aparentan estar algo hundidos, no en vano el rostro se ve en penumbra, resaltando los contrastes luminosos en una cara de marcados carrillos, doble papada y labios carnosos y sensuales. La cabeza, grande y firmemente asentada sobre un ancho cuello, denota vigor y expresividad, recortándose hábilmente sobre un fondo oscuro de leve irradiación luminosa que sugiere al tiempo entorno aéreo y espacio posterior. Todo ello queda acentuado por la larga melena en descenso, encima de una casaca sumariamente tratada. La libertad de toque deja suponer cierto grado de inacabamiento en los bordes de la tela, contraponiéndose a un soberbio volumen del conjunto, reforzado por las empastadas pinceladas que definen la frente y las mejillas valorando la efigie con calidades casi táctiles.

Fija la idea de un hombre en torno a los veintitrés a veinticinco años, poco amigo de convencionalismos, de carácter firme y genio vivo. El aura romántica, de origen barroco, que posee el autorretrato aleja al autor de los principios neoclásicos que comenzaban a imponerse en los círculos académicos y prefigura muchos conceptos que se harán patentes en numerosas creaciones en las décadas siguientes.


Autorretrato en el taller

Goya se nos muestra en este cuadro como un artista que nos mira seguro de sí mismo, mirando al espectador y mostrándose en su actividad vestido con una indumentaria muy moderna para la época. Viste tejidos ingleses, pantalón de rayas horizontales y jubón corto con bordados. El aparatoso sombrero se debe a que está preparado con un armazón para colocar velas, pues Goya gustaba terminar sus cuadros con luz artificial. La luz incidede pleno en una gran ventana situada al fondo, lo que matiza la calidad de la iluminación del cuerpo de la figura. Entre la ventana y él se puede apreciar una mesa camilla sobre la que hay recado de escribir y papel, lo que podría denotar el deseo de aparecer caracterizado como intelectual. La figura queda en sombra, lo que provoca un interesante estudio de los matices de color en su ropa y cara, un motivo habitual en el pintor aragonés.

En cuanto a la técnica Goya hace gala de una gran rapidez en la ejecución de manchas de carácter impresionista caragadas d epintura y sin precisar los detalles, como correspondería a un cuadro pintado por iniciativa propia.


Retratos de reyes


Carlos III, el cazador

Existen muchas controversias alrededor de los cinco retratos de Carlos III vestido de cazador que se conservan. Los diferentes especialistas no se ponen de acuerdo en concretar cuales son auténticos y cuales son copias. Bien es cierto que podríamos estar ante cinco originales de Goya ya que las condiciones de suciedad y restauración de cada uno es diferente y nunca se ha realizado una valoración conjunta. Parece bastante seguro que el pintor siguió o grabados u obras de otros artistas para realizar el retrato ya que no existe constancia documental de que Carlos III posara para Goya. En alguna ocasión coincidieron pero nunca en el estudio.El monarca se presenta al aire libre, en un paisaje muy similar al de los cartones para tapiz aunque existan ciertos ecos velazqueños. Viste larga casaca parda, gorguera blanca de encaje y chupa amarilla ajustada con cinturón. Las bandas de las Órdenes de Carlos III y del Toisón de Oro cruzan su regio pecho. El curtido rostro es el centro de atención de la figura, ofreciéndonos una expresión de bondad e inteligencia que le sitúan muy cerca del espectador, como si no fuera el monarca. La enorme afición a la caza del rey - pensaba que con los largos paseos y el sol evitaría la locura que había afectado a su padre y hermano - motiva que sea ésta la actitud elegida para presentarse ante nosotros. La precisión de Goya a la hora de ejecutar los bordados y las calidades de las telas demuestran su facilidad para triunfar como retratista en la corte.



Carlos IV, retrato


Será la primera vez que Goya retrate a Carlos IV y a su esposa María Luisa pues no consta que los hubiera retratado siendo príncipes.
El rey en este retrato está representado a la edad de cuarenta años, en sus primeros momentos de reinado. Se sitúa en el centro del cuadro, mirando al espectador y arrimado a una mesa en la que destacan los símbolos tradicionales de la realeza. Viste casaca forrada de raso blanco con chaleco, pantalón azul, todo ello de terciopelo, y gorguera blanca, siguiendo la moda netamente francesa del momento. Destacan los ricos bordados en plata y los puños de encaje. Luce sobre el pecho la insignia del Toisón de Oro y la banda roja de esta orden; en la solapa la de la orden de la Inmaculada de Carlos III y su correspondiente banda azul y blanca, y asomando por debajo, la azul de Saint-Esprit de Francia. Bajo la casaca sobresale la empuñadura del espadín.
La cabeza, con peluca empolvada, resalta sobre fondo oscuro. El rostro refleja un aire ausente y bonachón, carente de fuerza y expresividad, que responde al carácter débil y melancólico del monarca. Sigue estando presente la indudable capacidad de Goya para captar la psicología del retratado, a pesar de ser éste un retrato oficial con todos los condicionantes impuestos que ello supone y que restringen considerablemente la libertad del artista.
La composición se resuelve de forma convencional utilizando de fondo el gran cortinaje verde que se abre diagonalmente, la mesa prácticamente oculta bajo el manto de armiño y paño rojo bordado en oro con castillos y leones, y la corona real, los símbolos de su jerarquía. La minuciosa factura de los detalles decorativos ha inducido a pensar a algunos investigadores como Sambricio que se trata de una réplica de taller con intervención de Esteve.


Fernando VII con manto real


Este retrato de Fernando VII es la mejor versión que hizo Goya de la efigie del Deseado, superior a las que guardan los museos del Prado, Santander y Navarra. Aparece revestido con el manto rojo, con piel de armiño. En el pecho luce el collar con el Toisón de Oro y bajo el manto lleva cruzada la banda azul y blanca de la Real Orden de Carlos III; además se aprecian varias condecoraciones en la casaca de capitán general. En su mano izquierda porta la bengala del mando supremo del ejército y con la otra se apoya en el sable, en una pose algo teatral. Tras él, sobre un cojín, aparece la corona que completa la simbología regia.

Para el rostro del monarca se valió Goya de un estudio previo de la cabeza, que le sirvió para todos los retratos oficiales del monarca y que seguramente es el que hoy está en la colección madrileña del duque de Tamames. Goya resaltó con naturalismo sus facciones, pero sin profundizar en lo psicológico. De acusada fealdad, rasgos casi caricaturescos y mirada desconfiada, Fernando VII era una persona voluble y arbitraria, que sólo confiaba en su grotesca camarilla formada por algunos aristócratas, empleados aduladores y personajes de baja estofa. La factura es muy resuelta, a base de amplios barrastrones y densas pinceladas, especialmente en las calidades táctiles del manto. La factura de las orlas y entorchados bordados en oro, de las condecoraciones y de la empuñadura de la espada la consigue mediante pinceladas cortas y nerviosas. El espacio lo recreó Goya con maestría mediante el juego claroscuro.


Retratos de la reina Mº Luisa


La reina Mª Luisa

La reina está representada a la edad de treinta y siete años, vestida de protocolo con traje de ceremonia que sigue la moda francesa. El vestido se ajusta al cuerpo por un corpiño de talle puntiagudo, con falda de poco vuelo, sin ahuecar con miriñaques o armaduras; pronunciado escote levemente cubierto por una fina mantilla llena de transparencias y veladuras; mangas ceñidas que cubren sólo el antebrazo rematando en el codo con finos encajes. El peinado se mantiene voluminoso pero ya sin empolvar y lo más llamativo es el exagerado tocado, denominado escofieta, en la que a modo de cofia se mezclan puntillas, cintas, lazos y plumas, y cuyas delicadas calidades destacan sobre el fondo oscuro.

En el pecho lleva una medalla con la cruz azul de la Orden Imperial de la Cruz Estrellada, condecoración que era otorgada por los monarcas del Sacro Imperio Romano Germánico. En la mano derecha sostiene un abanico cerrado, algo muy habitual en sus retratos, y la izquierda cae de forma lánguida. Nuevamente sobre el fondo aparece el gran cortinaje verde, ocultando un mueble sobre el que reposan los atributos reales: la corona y el manto de armiño.

En cuanto al rostro, Goya vuelve a intentar reflejar algo más que el semblante, busca individualizar y caracterizar al personaje, captar su temperamento. Lo consigue reproduciendo su penetrante mirada que conjuga con una insinuada sonrisa que, más que simpatía, denota seguridad. Resulta el retrato de una mujer astuta y dominadora, sin ningún sentido del ridículo en cuanto a sus gustos en el vestir.



La reina Mª Luisa a caballo

El retrato ecuestre de la reina María Luisa de Parma fue realizado años antes que su compañero, el de Carlos IV a caballo. La reina quería ser retratada sobre el caballo Marcial, regalo personal de Manuel Godoy, mostrándose satisfecha por haber conseguido domar al animal. Contemplamos a doña María Luisa vistiendo uniforme de coronel de Guardia de Corps, adaptado a su condición femenina, portando las riendas de Marcial con elegancia y naturalidad. Al fondo observamos un paisaje con un palacio, posiblemente El Escorial donde Goya tomó los bocetos preparatorios.El maestro continua la estela del retrato ecuestre español que Velázquez puso de moda para el Palacio del Buen Retiro. Concretamente se inspiraría en el retrato de Isabel de Borbón, aunque el caballo goyesco quizá sea más verosimil al adquirir mayor volumen. La figura de la reina se situa sobre un fondo claro, contrastando con los tonos oscuros del uniforme. Su gesto altanero está perfectamente captado, igual que la fuerza con la que sujeta las riendas, mostrando de esta manera quien es la persona que domina el país.La factura empleada por Goya se caracteriza por su soltura, creando los volúmenes a través de manchas de color y de luz, especialmente en el paisaje. Los detalles del traje de la reina y de la gualdrapa del caballo están exclusivamente esbozados, sin recurrir a la minuciosidad de los primeros retratos - vease el del Genaral Ricardos -. Este estilo rápido y alegre va a caracterizar la obra goyesca en el siglo XIX.

Retratos de la nobleza


La marquesa de Santa Cruz

El retrato de Joaquina Téllez-Girón y Pimentel. Goya la ha representado como una musa, tal vez como Erato, la musa de la poesía lírica.
La perfección deslumbrante de las relaciones tonales de esta composición, así como la técnica pictórica, que en este caso se puede considerar como un ejemplo modélico de la de Goya. Una costura vertical, en el centro, marca la unión de las dos telas empleadas para la composición, y craqueladuras grandes, en forma de tela de araña, producidas por la gruesa capa de la preparación que tira de la fina película pictórica, características de la pintura del siglo XVIII y de Goya en particular, se aprecian en mayor o menor medida en toda la superficie de la obra. La materia pictórica está aplicada aquí en algunas zonas en gruesos empastes, como en la gasa blanca del vestido, allí donde la iluminación es más fuerte, o en la corona de hojas de vid y racimos de uvas y en la frente de la dama. En otros lugares Goya ha utilizado, sin embargo, pinceladas cortas, delicadas y sutiles, que contienen una gran variedad de tonos, como en el rostro o en la mano derecha, elaborados con minuciosidad. Las pinceladas largas, ligeras, para las que el artista ha disuelto los pigmentos en el óleo, casi a modo de acuarelas, están reservadas para los carmines, púrpuras y malvas del diván y del cortinaje del fondo, que por su función y naturaleza están hábilmente elaborados de forma más sumaria.
Los ricos empastes, la ligereza de las pinceladas y la variedad de toques, no deben, desviar al espectador por su efectismo deslumbrante de la esencia del arte de Goya, que reside por encima de todo en su magistral sencillez y veracidad, que se manifiesta aquí de forma clara gracias al buen estado de conservación de la obra.



Conde Floridablanca

Cuando Goya le retrató estaba en la cumbre de su poder, presentándolo de pie, ciertamente distante y dirigiéndose al pintor que le presenta un cuadro. Tras el Conde encontramos otro personaje quizás el arquitecto Ventura Rodríguez diseñando los planos del Canal de Aragón que vemos esparcidos por el suelo-, una mesa cubierta con un verde tapete sobre la que se muestra un elegante reloj dorado que marca las diez y media y en la pared cuelga un retrato oval de Carlos III. Gruesos cortinajes cierran el espacio a excepción de la zona izquierda donde parece abrirse una ventana. Don José viste elegante traje en terciopelo rojo, chaleco y chorreras blancos, medias de seda, zapatos con hebillas doradas y la banda de la Orden de Carlos III cruzándole el pecho. Su inteligente rostro mira atentamente hacia el espectador, con cierto orgullo de su cargo. Los bordados y encajes de los trajes han sido perfectamente interpretados por un Goya que quiere hacer méritos y conseguir abrirse camino entre los nobles madrileños que pronto empezarán a encargarle retratos. Pero el maestro aragonés no olvidará mostrar también la personalidad de sus modelos, convirtiéndose éste en un rasgo identificativo de los retratos goyescos. El ambiente en el que se desarrolla la escena está excelentemente interpretado, existiendo cierta influencia de Velázquez al que el joven aragonés admira.


Retratos de la duquesa de Alba.


La duquesa de Alba

La relación entre Goya y la Duquesa de Alba se remonta a los años iniciales de la década de 1790. Al adentrarse el maestro en los círculos aristocráticos -de la mano de la Duquesa de Osuna- se puso en contacto con los Duques de Alba y su particular entorno. En 1795, el pintor realizó un retrato al Duque y otro a la Duquesa, formando pareja. Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, era una de las mujeres más atrayentes del Madrid de la Ilustración. Su belleza ha sido cantada por poetas y músicos; de ella decían que era tan bella que cuando paseaba por la calle todo el mundo la miraba desde las ventanas y hasta los niños dejaban sus juegos para contemplarla. Casada a los 13 años y viuda a los 34, murió una vez cumplidos los 40 años posiblemente envenenada, según las malas lenguas, por la reina María Luisa de Parma. Doña Cayetana tenía un fuerte temperamento y era conocida en los suburbios de Madrid por disfrazarse de maja y participar en las fiestas populares. Protectora de actrices, poetas, pintores y toreros, llegaba a disputarse los favores de los bellos jóvenes con otras cortesanas, incluso con la propia reina. Todo un personaje como puede apreciarse. Goya ha retratado a la Duquesa ataviada con un elegante vestido de gasa blanca, adornado con una cinta roja en la cintura y varios lazos del mismo color en la pechera y en el pelo y un collar. La acompaña un perrillo faldero que simboliza la fidelidad, posiblemente la que le profesaba el mismo pintor. La belleza de la dama es perfectamente interpretada por el aragonés, aunque debamos considerar diferente el canon de belleza del siglo XVIII al actual. La figura de la aristócrata se recorta sobre un fondo de paisaje, recordando los retratos del inglés Gainsborough. El colorido del fondo está armonizado con tonos -ocres y grises- agradables a la vista; los del vestido también están estudiados al detalle, interesándose por las calidades de las telas. Goya no ha dejado nada al azar para configurar un retrato que agrade a doña Cayetana, de la que el pintor se enamorará.



La duquesa de Alba vestida de negro

Al fallecer el Duque de Alba el 9 de julio de 1796, su esposa se trasladó a Sanlúcar de Barrameda para pasar una temporada guardándole luto. Goya pasó unas semanas en ese lugar, realizando un buen número de dibujos, en algunos de los cuales se aprecia a la Duquesa bastante ligera de ropas. Esto sirve de base para hablar de una relación, amistosa cuando menos, entre el pintor y la noble dama. Goya se enamoró perdidamente de doña Cayetana; sin embargo desconocemos si fue su amor correspondido. Esos dibujos pueden dar algo de luz al asunto, mientras que en este retrato observamos a la aristócrata señalando al suelo, donde puede leerse "Solo Goya 1797". De aquí ha partido la sugerencia de que esta dama sea la modelo de la Maja desnuda . Lo que más sobresale de esta escena es la fuerte personalidad y belleza de la modelo, vestida ahora de luto en contraste con el retrato realizado dos años antes en el que aparecía ataviada de blanco. La figura vuelve a recortarse sobre un fondo de paisaje, recordando las obras del inglés Gainsborough. Las tonalidades del fondo sugieren la ubicación en las marismas del Guadalquivir. El estilo del maestro goza de elevado prestigio en la corte madrileña, empleando una pincelada rápida y vibrante que muestra los detalles de los vestidos y las calidades de las telas sin ser preciosista, lo que supone un mayor mérito para Goya.

Retratos de mujeres


Isabel de Porcel

Esta hermosa mujer va vestida de maja, según la moda popular femenina vigente a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su esposo Antonio Porcel también fue retratado por Goya el mismo año (1806), como expresión de la gratitud del pintor por la hospitalidad recibida del matrimonio, seguramente en su casa de Granada. Porcel era protegido de Godoy, el favorito de la reina María Luisa, y socio de un amigo de Goya, el escritor y político liberal Jovellanos.

Goya debía de sentirse satisfecho con este retrato, porque lo exhibió en la Real Academia de San Fernando. La belleza y vivacidad de la retratada y el atractivo vestido, que no oculta el brillo de la seda debajo de la mantilla, están emparejados con la habilidad de Goya en la factura. En algunas de sus obras Goya incluyó mujeres para satirizar la locura y vanidad del sexo, pero el artista también fue capaz de dar una respuesta ante la visión de una mujer deslumbrante, segura de su belleza y posición. La dama, ataviada con la mantilla típica de las majas madrileñas, dirige la mirada hacia la izquierda, en un gesto muy chulesco pero totalmente naturalista. La belleza del rostro, con esas facciones grandes, el cabello rubio y los ojos claros, sitúa a este retrato entre los más populares al desear mostrar el aragonés la belleza española universal. Trabaja con una pincelada segura, lo que permite mostrar el encaje de la mantilla de fina transparencia, pero sin recurrir a detalles preciosistas que recargarían la imagen. El fuerte foco de luz que resbala por el pecho acentúa el elegante color negro de la mantilla. Pero será su inolvidable rostro lo que cautive al espectador.



La lechera de Burdeos


Cuando Goya se retira a Burdeos, huyendo tanto de la Cortede expresión. Fruto de aquellas investigaciones es este lienzo, terminado un año antes de su muerte; en él existe un estilo absolutamente suelto, independiente de convenciones dibujísticas o compositivas, en una plenitud de color y trazo que sólo pueden estar ejecutados por la mano madura del creador. El Romanticismo campea ya por Europa y Goya, que fue su primer cultivador, se adhiere a este sentimiento exaltado, en el cual se acerca a la figura de su modelo de forma espontánea, íntima, en pinceladas largas y fluctuantes que, sin embargo, conforman una imagen perfectamente articulada. española que le asfixia como de sus propios terrores, continúa su producción innovando y buscando sin cesar otras vías



Retratos cotidianos

El quitasol


El quitasol se explica porque la sombrilla era un objeto de moda en la pintura de género del siglo XVIII.

En el análisis estima que aunque el paisaje y la disposición de las figuras participan de esa corriente, existe un carácter realista del que carecen la mayoría de los cartones del momento y, desde luego, bastantes obras de la época. Sensación de realidad se logra con la mirada que dirige la mujer al espectador, haciéndole creer que es la causa de su sonrisa; aparte de esta falta de precisión del espacio, la proximidad de las figuras y la forzada perspectiva y posición del quitasol.

Las diferencias entre el cartón y el tapiz de El quitasol son notables, probablemente al ejecutar los tejedores el trabajo con ciertos cambios; en consecuencia, la espontaneidad y naturalidad del cartón han sido sustituidas por un amable pintoresquismo decorativo. El empleo de la luz y la utilización del cromatismo también son distintos, así como el modo y manera en que la indumentaria se fija para marcar las diferencias sociales: el personaje masculino viste de majo, dentro del esquema tradicional de la época y la muchacha se atavía a la francesa, en términos de nivel aristocrático. También conviene recordar que hay una interpretación alegórica que rebasa el simple tema galante para entrar en el amplio mundo de la coquetería y la vanidad femeninas en contraposición al joven que acompaña, tratado en calidad de comparsa y no en concepto de pareja.




El bebedor



El Bebedor hacía pareja con el quitasoly ambos estaban destinados a decorar, una vez pasados a tapiz, dos sobrepuertas del comedor de los Príncipes de Asturias del Palacio de El Pardo. Fueron entregados por Goya junto a al Maja y los embozados y la Riña en la Venta Nueva el 12 de agosto de 1777.Quizá sea este el cartón más populachero de los pintados por el maestro, al representar un majo bebiendo de la bota "a la catalana", según el propio pintor. Junto a él, hay un muchacho que aprovecha que su compañero empina el codo para comerse un rábano, pudiendo ser una alusión al tradicional Lazarillo, tan famoso en la literatura española. Goya se interesa por la luz, al colocar las figuras en la sombra que produce un árbol, pero sin abarcar ésta todo el espacio pictórico, creando interesantes juegos de luz y sombra. El naturalismo y la expresividad de las figuras son características comunes a todos los cartones, como bien se aprecia aquí. La perspectiva de abajo arriba.